Comentario
Capítulo séptimo
De otro embuste del mismo nigromántico, con que mató muchos de los tullanos dançando y bailando
Otro embuste hizo el dicho nigromántico que se llamava Titlacaoan. Después de haver peleado y vencido a los dichos enemigos, y ansí estando emplumado todo el cuerpo con la pluma rica que se llama tocíuitl, mandó que dançassen y bailassen todos los tultecas. Y hizo pregonar a un pregonero en la sierra de Tzatzitépec, diziendo que todos los indios forasteros viniessen a una fiesta a dançar y bailar. Y luego vinieron muy muchos indios sin número a Tulla, y en juntándose todos fue el dicho Titlacaoa a un lugar que se llama Texcalapa con toda la gente, que no se podía contar, ansí mancebos como moças, y començó a dançar y bailar y cantar el dicho nigromántico Titlacaoan, tañiendo el atambor. Y toda la gente ansí començava a bailar y holgarse mucho, cantando el verso que cantava el dicho nigromántico, diziendo y cantando cada verso a los que dançavan. Luego començavan todos a cantar el mismo verso, aunque no sabían de memoria el cantar, y començavan a cantar y bailar a la puesta del sol hasta cerca la medianoche, que se llamava tlatlapitzalizpa. Y porque era muy mucha gente la que dançava, empuxávanse unos a otros y muy muchos de ellos caían despeñándose en el barranco del río, que se llama Texcalatlauhco, y se convertían en piedras. Y en el dicho río havía una puente de piedra, y el dicho nigromántico quebróla, y todos los que ivan a pasar por la dicha puente caíanse y depeñávanse en el dicho río y se bolvían en piedras. Y todo esto que hazía el dicho nigromántico no sentían ni miravan los dichos tultecas, porque estavan como borrachos, sin seso. Y todas las vezes que bailavan y dançavan los dichos tultecas, como se empuxavan unos a otros, despeñávanse en el dicho río.